Aceites vegetales de soja, canola y girasol son los más utilizados para la preparación de alimentos, y a pesar de la fama no tan buena que rodea a estos alimentos, los aceites, en general, aportan energía al organismo, regulan el metabolismo y ayudan en el funcionamiento del intestino. En general, tienen las mismas características nutricionales y beneficios .

No obstante, existen algunas diferencias entre ellos que, dependiendo de lo que busque en su dieta o de cómo prepare sus alimentos, pueden influir en su elección. Los tres aceites, por ejemplo, contienen omegas 3, 6 y 9.

La soja, sin embargo, tiene más omega 3, el girasol y la canola tienen todos los omegas, con el omega 9 en mayor cantidad. Los omega 3 y 6 son dos tipos de grasas poliinsaturadas, conocidas como grasas buenas, mientras que el omega 9 es una grasa monoinsaturada, pero también está clasificada como buena para nuestro organismo.

Otro factor a tener en cuenta es el punto de humo, que se produce cuando el aceite alcanza una temperatura elevada y empieza a cambiar sus características, lo que genera la formación de acroleína, una sustancia que puede provocar riesgos para la salud. Los aceites de soja y canola son más resistentes a las altas temperaturas que el aceite de girasol.

Además, los aceites vegetales también pueden cambiar el sabor de los alimentos, dependiendo del tipo y la cantidad que se utilice. El aceite de girasol es el que menos cambia, tanto de sabor como de color y olor, por lo que para preparaciones como asados y parrilladas, el aceite de girasol sería el más recomendable.

Para freír, sin embargo, no es una buena opción, ya que, como se ha dicho, alcanza el punto de humo más alto. En este caso, es preferible optar por el aceite de soja o canola.

Así, tenemos que la elección del mejor aceite para añadir a la dieta dependerá principalmente de lo que se quiera preparar o de qué compuestos sean más significativos y relevantes para usted.

En todos los casos, conviene subrayar que el aceite no debe reutilizarse en la preparación de alimentos, ya que con el proceso de calentamiento pierde gran parte de sus buenos nutrientes.

Lo ideal es desecharla correctamente en un punto de recogida selectiva. No la tire a la basura ni por el desagüe del fregadero, ya que además de atascar el sistema de alcantarillado y perjudicar el flujo de agua, la eliminación incorrecta es muy perjudicial para el medio ambiente.